(A propósito de la publicación del libro El Comiso Autónomo  y la Extinción de Dominio en la lucha contra la Corrupción)

Por Jairo García Méndez

Universitas Fundación/Proyecto Roscio

Consejo Consultivo de la Ciudad de Barquisimeto

RED-DDHH-LARA

Termina uno de leer este libro minucioso, que se mueve entre la dogmática tradicional y las nuevas tendencias disruptivas del Derecho, y puede imaginar el cinismo de los grandes delincuentes de “cuello blanco” en la era de la globalización, parafraseando aquella frase famosa del Mayo de 1968 en Francia: “El Derecho me persigue pero yo soy más rápido”.

Constatada como ha sido la impotencia del Derecho Penal clásico y liberal para perseguir el terrorismo, el narcotráfico, la trata de personas y la Gran Corrupción, han surgido el comiso autónomo y la extinción de dominio, como mecanismos eficaces para despojar de los bienes a los delincuentes, de las enormes fortunas que estos delitos generan y que son las grandes motivadoras para su perpetración y continuidad.

Seguir juicios penales de acuerdo con los trámites tradicionales del Derecho Penal, permiten que los procesados por estos delitos manipulen el sistema de justicia, y el sistema político en general, en cualquier país del mundo, y se hacen ineficaces para golpear el patrimonio o renta ilegal que generan estos delitos propios de la “sociedad del riesgo global”, debido a las garantías procesales tan caras al constitucionalismo moderno.

De acuerdo con el Derecho Penal clásico, primero hay que determinar la responsabilidad jurídica en la comisión de un delito económico para luego decretar como pena accesoria el decomiso o “confiscación” de los bienes productos de dichos delitos.

Estas medidas para despojar a los delincuentes de las fortunas acumuladas a través de las acciones delictivas, siempre llegan tarde, apenas afectan a un porcentaje mínimo de ese patrimonio de origen oscuro, y el resto se oculta en las formidables mecanismos financieros y de complejas redes de cómplices, facilitados por las tecnologías de la comunicación, en un primer momento, y potenciados por los mecanismos que brindan las imperseguibles transacciones de la era digital.

Mientras leía este libro recordaba Ilícito, libro en el cual Moisés Naím (2006), elabora un estudio fenomenológico de la delincuencia en la era global, y demuestra cómo las grandes empresas trasnacionales del delito, están transformando el mundo, ante un Estado atado de manos con los principios liberales que se derivan del Estado de derecho, y cómo han generado estados y espacios geográficos, donde los sistemas policiales y judiciales, han fracasado en la implementación de la licitud, forma de vida occidental. El mundo opaco, oscuro, parece muchas veces superar el mundo transparente, en miles de millones de dólares.

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La respuesta de la Comunidad Internacional no se ha hecho esperar. En Europa se crea el comiso autónomo, muy en contra de las acepciones clásicas del derecho de propiedad, la presunción de inocencia y la distribución de la carga de la prueba, para poder ser eficaces contra los delitos que generan formidables fortunas y que infiltran y corrompen los sistemas políticos.

En Colombia, desde hace años se creó legalmente la figura de la extinción de dominio, para poder hacer frente a las propiedades surgidas mediante mecanismos de dudosa legalidad, que desmeritan las fuentes claras y clásicas de la propiedad, concepto sagrado en el pensamiento liberal, que resurge con fuerza en Latinoamérica.

En la Constitución colombiana de 1991, por primera vez en Latinoamérica, se consagra la extinción de dominio, como una nueva forma de extinguir la propiedad, cuando se trata de fortunas que se han generado de manera ilícita o injusta, sin pronunciarse sobre la responsabilidad penal de sus titulares.

Se necesita la acuciosidad y minuciosidad de dos juristas con una formación envidiable, para abordar con tanta solvencia intelectual, los temas planteados. Se trata de Rafael Simón Jiménez Tapia, abogado venezolano con formación española en recuperación de activos y magister en políticas anticorrupción, con gran dominio de los instrumentos internacionales y estudios comparativos de legislaciones nacionales, vigentes sobre estas materias, y nuestro amigo Emilio Urbina Mendoza, con una extraordinaria formación en filosofía jurídica, teoría general del Derecho, Derecho Administrativo y una cultura general, incluida la literaria, de altos quilates.

Dos juristas que se enfrentan a esta empresa jurídica y salen airosos.

Logran plantear el tema desde el Derecho Internacional, teniendo en cuenta la realidad y las transformaciones que han generado la era digital, manejan con soltura los principios (con método comparatista) del Derecho Constitucional, Económico, Penal, Civil, Administrativo, lo cual les permite abordar el tema tanto desde la dogmática tradicional, como desde las nuevas tendencias jurídicas que se vienen imponiendo de manera frenética en los estudios jurídicos en Occidente.

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Podríamos decir que este ensayo jurídico se ubica dentro del Derecho Económico Global, pero creo que va más allá, y se enfoca en el estudio de las transformaciones del Derecho de propiedad en esta era de disrupciones y transformaciones humanas.

Es un estudio jurídico dentro del marco de la libertad económica en los umbrales del tecnocentrismo, del pensamiento jurídico cuántico, como el mismo Emilio Urbina lo ha denominado, aunque con ciertas timideces propias de juristas bien formados.

El último capítulo del libro comentado, está dedicado al análisis de la recepción de la figura de la extinción de dominio en el Derecho venezolano. Lo hacen los autores, teniendo en cuenta el Proyecto de Ley de Recuperación de Activos productos de la Corrupción (2017), aprobado por la Asamblea Nacional electa en 2015, la cual someten a un análisis pormenorizado, y terminan sugiriendo la adopción de un código semejante al colombiano, que consagre la extinción de dominio, como forma de extinción de la propiedad y enriquecimientos, cuyo origen lícito no pueden demostrar los titulares.

Tal como lo plantean Jiménez y Urbina, esta figura luce plausible en la lucha contra la corrupción y demás delitos de alto impacto económico y social, pero de inmediato surge la duda sobre los peligros que encierra este mecanismo, dentro de un Estado con una institucionalidad frágil y nada transparente; y en el proceso de fragmentación que vive la figura del Estado moderno.

No cuesta imaginar los abusos que estarían cometiendo los jueces y fiscales actuales altamente comprometidos con los intereses criminales que sostienen el sistema autoritario vigente en Venezuela. Es una herramienta para un Estado bien constituido y con políticas de transparencia consolidadas.

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Este aporte a la discusión sobre la respuesta que debe darse desde la ciudadanía y desde el Estado, al saqueo que ha sufrido Venezuela, teniendo en cuenta la verdadera naturaleza de la extinción de dominio como mecanismo de lucha contra la Gran Corrupción y demás delitos económicos, con miras también a la recuperación de activos, que requerirá un gran esfuerzo de los nuevos líderes venezolanos y de la Comunidad Internacional.

Es el verdadero apoyo que vamos a necesitar de los países amigos donde se ocultan grandes fortunas que deben formar parte del patrimonio público venezolano.

De ahí el interés por este libro de Transparencia Venezuela, la organización de la sociedad civil que ha denunciado el gran saqueo sobre el patrimonio venezolano y que ha vinculado este hecho con la violación del Derecho a la vida y demás derechos humanos básicos, resumidos en esa frase poderosa de la Coalición Anticorrupción: “La corrupción mata”.

VIDEOCONFERENCIA.

(Jiménez Tapia, Rafael Simón y Urbina Mendoza, Emilio José: El Comiso Autónomo y la Extinción de Dominio en la Lucha contra la Corrupción, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2020. Se puede conseguir en Amazon, yendo a este enlace.)

Jairo García Méndez
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