Reflexión prospectiva sobre la contratación pública estratégica

Una reflexión prospectiva es necesaria sobre la contratación pública estratégica, sus retos y oportunidades como el liderazgo y la dualidad calidad-precio.

El futuro sostenible está próximo y se requiere entender cómo maximizar el impacto de las compras públicas para transformarlas en herramientas de implementación de políticas públicas.

Este tema lo abordó José María Gimeno, director  del Observatorio de Contratación Pública y catedrático de Derecho Administrativo de la Universidad de Zaragoza en la video conferencia «Reflexión prospectiva sobre la contratación pública estratégica» organizada por Universitas Fundación, #AulaDerechoIberoamericano. 

Reflexión prospectiva sobre la contratación pública estratégica 

La contratación pública tiene fuerza económica. Ella moviliza recursos públicos que el Estado obtiene de los impuestos de los ciudadanos necesarios para implementar políticas públicas.

Un conjunto de nociones predominan sobre esta modalidad de contratación; urge reflexionar retrospectivamente sobre ellas:   

  1. Si la contratación pública es un mecanismo para adquirir bienes y servicios, un medio para implementar políticas públicas.
  2. Si la contratación pública es concebida como gasto o como inversión.
  3. Si la contratación pública es una política presupuestaria o una herramienta al servicio de políticas públicas de resultado.
  4. Si la contratación pública es privilegio de las administraciones públicas de la organización o es un servicio de interés general de la ciudadanía, quien legitima la acción política.

Este debate, en pleno siglo XXI, se concentra en la visión de la contratación pública como inversión la cual requiere una estrategia sobre: ¿En qué se invierte el dinero? ¿Para qué, qué pretendo y cómo voy a medir el resultado?

Por no engañar a nadie -argumenta Jimeno- yo soy de los que creen que la contratación pública tiene que ser estratégica porque tiene una gran fuerza de transformación, sobre todo, porque trabaja al servicio del ciudadano.

En consecuencia, la contratación pública estratégica implica estrategia, y ésta depende de cada uno de los órganos de la contratación. Y más allá del procedimiento, expediente, habilitación presupuestaria, lo decisivo es satisfacer el interés general. 

Y si es una contratación pública estratégica, es porque su estrategia se diseña en función de la buena administración que varía según la necesidad, el contexto y las demandas de la ciudadanía.

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Las finalidades de la contratación pública estratégica

La contratación pública es una fuerza de transformación. Más allá de la adquisición de bienes, consecución del precio más bajo, de hacer siempre lo mismo o ahorrar presupuestariamente, necesita priorizar la sostenibilidad, la promoción de pequeñas y medianas empresas y la colaboración público-privada.

Uno de sus grandes desafíos estratégicos es adoptar metodologías en función de la preparación de las organizaciones para la buena administración y el buen gobierno.

Igualmente, alinearse con principios fundamentales en pro de la satisfacción del interés general de la ciudadanía, privando, en todo momento, el enfoque de la contratación pública como inversión y no como gasto.

En definitiva -agrega Jimeno- la contratación pública estratégica es más que una ley. Es ley, principios,  organización, profesionalización, política con mayúscula y buen control de las decisiones, mucho más allá de si se han cumplido o no los fines públicos y las formalidades que no aportan valor al control. 

El objetivo de satisfacer las necesidades de los ciudadanos se evalúa según los resultados, valor, calidad y horizonte de una administración pública comprometida con los valores de la  sociedad moderna del siglo XXI.

Desafíos para la implementación de la contratación pública estratégica

Un conjunto de retos enfrenta la contratación pública estratégica tales como la adopción de una metodología por parte de las organizaciones.   

En este modelo que sustituye la cooperación por la colaboración -precisa Jimeno- deben cambiar las inercias, sesgos, desconfianzas de unos hacia otros y de esa manera hacer de la compra pública estratégica, una gran fuerza de cambio.

El liderazgo institucional y político está obligado a impulsar la visión estratégica de la contratación pública como herramienta efectiva para el cambio social. 

Igualmente, alinearla con los objetivos de la sostenibilidad y equidad para garantizar que las decisiones contractuales, además de satisfacer necesidades inmediatas, contribuyan al bienestar de la sociedad a largo plazo. 

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En consecuencia, más allá del cumplimiento de los requisitos burocráticos, el enfoque debe ser claro en cuanto a priorizar el resultado y la calidad en la prestación de los servicios.

El ciudadano debe coadyuvar en esta transformación; además de que se beneficia de los servicios, participa en la evaluación de las políticas públicas y en la toma de decisiones en pro de la sana administración y buen gobierno.    

No puede haber buena administración sin calidad en la prestación, opina Jimeno.  No puede sacrificarse calidad de prestación por precio. No puede sacrificarse mejor resultado a la ciudadanía por ahorro presupuestario si tengo disponibilidad. Creo que si no, no estamos haciendo bien la función que desde nuestra ciudadanía, desde el ejercicio democrático, se le encomienda a las administraciones públicas.

En definitiva, la contratación pública estratégica es más que una ley. Es principios, organización, profesionalización y buen control de las decisiones; desde esta perspectiva sí se cumplen los fines públicos.

 Relación entre calidad, precio y resultados  

El precio es el referente que, aisladamente, no aporta elementos de comparación. Y en la contratación pública interesa el valor que aporta, no a corto plazo, sino el valor de la perspectiva de resultado. 

Otros criterios pueden garantizar resultados positivos, además del precio, como la calidad de los servicios y de los productos adquiridos.  

Sin embargo, entre precio y valor existe una gran diferencia, máxime, si la calidad en la prestación de los servicios no deba sacrificarse en aras del ahorro presupuestario.

De allí que la contratación pública deba centrarse en el valor que aporta a la sociedad como inversión a largo plazo.

Y para que la fortaleza de la compra pública estratégica despliegue toda su potencialidad, precisa Jimeno, necesitamos la cadena horizontal administrativa del político, los técnicos, los que controlan y las empresas, porque el modelo de contratación pública estratégica debe descansar en un modelo de confianza.

Son múltiples las enseñanzas sobre los efectos negativos cuando se opta por lo más barato; los tiempos de pandemia evidenciaron cuán necesaria era una contratación más tangible y sostenible. 

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Conclusiones y Reflexiones finales

La contratación pública estratégica es un principio que debe guiar la acción pública en función del ciudadano y la transformación social y económica. Su impacto se percibe según se conciba como inversión apreciable a largo plazo.

El cambio necesario parte de la reflexión sobre la manera de implementar políticas y objetivos perceptibles, adaptables y respuestas de los gobiernos a los desafíos contemporáneos por un porvenir más justo y sostenible.

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