Fotografía: estrategiaynegocios.net
Cuando prácticamente la mitad de los estudiantes en el mundo no puede asistir a clases por la pandemia del coronavirus, sin duda la educación a todo nivel se coloca frente a un reto de importantes proporciones, el cual debe, necesariamente, continuar su formación bajo la modalidad online, pues es un deber proteger a los estudiantes frente una crisis sanitaria que aumenta por día, y ello, junto a tantas otras consecuencias, traerá consigo que aumente la brecha social. La Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) lanzó una coalición mundial para afrontar este “desafío sin precedentes” en búsqueda de soluciones inmediatas al aprendizaje a distancia que se impone. Dicha “Coalición Mundial para la Educación Covid-19” reúne a los gigantes tecnológicos como Microsoft o la Global System for Mobile communications (GSMA), y tiene como finalidad ayudar a los países para el despliegue de los sistemas de aprendizaje fuera de las escuelas. Esta iniciativa de la Unesco, si bien atiende principalmente a la educación de niños (y jóvenes) que no excluyente de la superior, encierra para todos los niveles educativos lo que ha sido la advertencia de su directora general Audrey Azoulay: que es ésta una situación que también puede convertirse en una “oportunidad para repensar la educación, ampliar el aprendizaje a distancia y hacer que los sistemas educativos sean más resistentes, abiertos e innovadores”. Hoy, la educación de millones y millones de estudiantes en el mundo depende de un móvil o un ordenador; en España, por ejemplo, unos 9,5 millones de alumnos vieron interrumpida sus clases abruptamente y ahora deben acostumbrarse de un día para otro al entorno digital. Deben adecuarse las universidades y los alumnos también, pero esa transición pasa por conocer las herramientas y recursos con los que se dispone, y cómo se está asimilando. Volviendo con la Unesco, ésta  recomienda para la educación superior la  posible creación de un “comité de crisis”, y tomar todas las previsiones y medidas necesarias y que se exigen sanitariamente para que las unidades técnicas competentes puedan seguir prestando su competencia en los sistemas de información y comunicación remotos; la utilización de la propia plataforma  del campus virtual, o instalar una si no la tuviese, pues existen múltiples aplicaciones y plataformas educativas abiertas, tomando en consideración que existen alumnos que quizá  solo cuentan con dispositivos móviles; a su vez,  los profesores necesitan reforzar  mecanismos y herramientas de formación y de apoyo, para la puesta en marcha de esta transición,  y  ha publicado una lista de herramientas de educación a distancia en diversas plataformas e idiomas. Ya se cuentan experiencias exitosas, como la Universidad Camilo José Cela que continúa impartiendo con total normalidad su oferta formativa en la modalidad a distancia “transformando la modalidad presencial a distancia siguiendo las medidas extraordinarias marcadas por la Comunicación de Madrid en relación al COVID-19.”, como puede verse en su portal web y los afirma su vicerrector de Calidad y Evaluación Ricardo Rejas.
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No obstante, no todos los casos son así, y no se trata de resolverlo con videollamadas o videoconferencias, pues lo intempestivo de lo actual trae consigo elementos que no son de fácil superación, tal es el caso de las carreras con elevados grados de experimentalidad, carreras donde los alumnos deben necesariamente hacer trabajos de campo, o laboratorio, tal es el caso de los que asisten a las facultades de Geología, Biología, Química, Medicina, incluso, hasta la carrera de Bellas Artes que requieren en muchos casos actividades presenciales. En circunstancias como éstas se encuentra la Universidad Complutense de Madrid, según afirma su vicerrector de Tecnología y Sostenibilidad, así que uno de los retos es precisamente determinar cómo trasladar todo esto a lo digital. Pero es que no se trata solo de encontrar como transformar las clases necesariamente presenciales a digital, sino todo lo que hay detrás de esto, para lo que se necesita el trabajo conjunto de universidades y demás organismos competentes, muy particularmente ante el reto que impone el coronavirus, esto es, el drama de la cuarentena, donde la casa se convierte en universidad, escuela, guardería, despacho, gimnasio, biblioteca, cine, salones de belleza, entre otros, sumando a ellos, plataformas que fallan, estados emocionales, estudiantes sin recursos, con diversidad funcional, residentes en áreas geográficas donde no hay cobertura, en fin, el drama de la cuarentena educativa, al que ha de sumarse que no todos los profesores tienen las mismas competencias digitales, y su formación (ahora urgente) se encuentra rodeada de las idénticas circunstancias de la cuarentena, es decir, el reto parece ser en primer término, cómo abordar toda esta serie de sensibilidades.
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Las herramientas, la infraestructura tecnológica adecuada, el nivel técnico (servidores muy potentes, ancho de banda) resulta obvio necesario; la colaboración entre profesores y entidades públicas y privadas es fundamental para compartir material orientado a la formación tanto de alumnos como profesores que no estén tan familiarizados con el entorno digital, pero el mayor desafío en la crisis sanitaria actual, por fuerza, sin desmerecer de la formación presencial, es, respecto al docente que no ha experimentado y no se atreve a impartir sus lecciones en un modo distinto del tradicional (presencial), así como tampoco ha probado alguna de las muchas apps educativas que existen, que al menos inicie haciéndolo a través del método “flipped classroom” (aula invertida) y respecto del alumno, fomentar el hacer un trabajo autónomo, mantenerlos atentos, enganchados a su propio proceso de aprendizaje virtual, un proceso que hasta ahora les era ajeno, una forma de aprendizaje a la que no están acostumbrados pero que resulta en una preparación muy valiosa para el día de mañana, cuando cada vez más se impone el trabajo a distancia o teletrabajo en el mundo laboral. Este puede ser un proceso de transición digital, y en éste, como en todos, el mayor obstáculo será el factor humano, pero en las circunstancias que lo rodean (Covid19) se hace de mayor alcance; de lo que si no queda duda es que habrá un antes y un después; que se está definiendo la hoja de ruta para los próximos años, pues no cabe duda que las nuevas tecnologías quedarán incorporadas a nuestras vidas en cuanto a enseñanza y aprendizaje, lo que resulta muy alentador en una era de transformación digital como la que vivimos, pues la educación sigue siendo el principal ascensor social.